Conexiones
telefónicas
La primera conexión
telefónica pública se verificó en Estados Unidos en 1878, gracias
a la instalación de una centralita de funcionamiento manual, que
hacía posible la distribución de las llamadas entre los usuarios de
la red. Desde la centralita manual —sistema que, en determinadas
áreas de España permaneció en uso hasta hace apenas veinte años—,
se establecía la conexión a través de una red de clavijas que se
introducían en sus correspondientes tomas. La conmutación
automática empezó a popularizarse en los años noventa del siglo
XIX, con la introducción del disco marcador, sustituido en épocas
recientes por los denominados «generadores de impulsos».
En un principio, la
interconexión de teléfonos se realizaba exclusivamente recurriendo
al tendido de cables; hoy, este sistema se mantiene a nivel local.
Sin embargo, para las comunicaciones a larga distancia se emplean
actualmente la radio o satélites artificiales.
En el caso de los cables,
la experimentación con nuevas tecnologías está destinada a
sustituir los tradicionales hilos eléctricos por otros de fibra
óptica; en ellos, la señal no es consecuencia de la corriente
eléctrica, sino que se genera a partir de una onda luminosa, lo que
se traduce en el incremento de la rapidez y la calidad de la
transmisión de impulsos. Estas ventajas en cuanto a velocidad y
calidad se complementan gracias al desarrollo de dispositivos
digitales, que funcionan a partir de señales que se generan y se
representan mediante secuencias de ceros y unos. La transformación
de cualquier señal en una serie de ceros y unos amplía notablemente
las posibilidades de la transmisión a través de redes telefónicas;
únicamente es preciso que existan aparatos específicos destinados a
codificar y descodificar la’información inicial y final.
Comunicaciones a larga
distancia
En las comunicaciones a
larga distancia, la señal eléctrica se transforma en la central de
conmutación en ondas de radio ultracortas, que pueden ser enviadas y
recogidas por antenas parabólicas para su nueva codificación en
señales eléctricas, éstas ya destinadas al aparato receptor. Las
señales viajan, como la luz, en línea recta.
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